¿Hambre real o hambre emocional?

A pesar de que la información nutricional de la que disponemos y tenemos a nuestro alcance es mucha, el sobrepeso se está convirtiendo en un problema. Y este está generalizado en nuestra sociedad. Llevar una dieta es pesado, requiere una buena dosis de disciplina y, además, hace falta mucha fuerza de voluntad. Por ello es importante comprender que no siempre comemos porque tengamos hambre, sino que las emociones también influyen en nuestra forma de alimentarnos, generando lo que conocemos como hambre emocional.

El comportamiento humano

Cualquier tipo de dieta que elijamos emprender debe ir acompañada de unos hábitos paralelos y saludables. Y los dos más fundamentales son el ejercicio y el descanso adecuado. Es muy importante dormir lo suficiente cada noche para regenerar y desintoxicar nuestro organismo. Y por supuesto hacer ejercicio con moderación todos los días tonifica nuestro cuerpo. Además mantiene el corazón en buena forma, activa la circulación sanguínea y mejora la digestión y absorción de alimentos.

El propósito de hacer régimen

Cada vez que decidimos hacer régimen, inconscientemente ponemos a nuestro cuerpo en situación de estrés. No solo porque restringimos el aporte calórico, sino que implícitamente, también le privamos del placer que nos da la comida. Y una vez alcanzado este punto, es justo el momento de plantearnos la siguiente cuestión: ¿estamos comiendo por hambre, o bien por hambre emocional? Reflexionemos al respecto.

¿Qué es “Hambre emocional”?

El hambre emocional es un deseo, una necesidad que de forma indiscriminada, inmediata y sin control pretende llenar con comida un vacío. Pero en realidad no se puede llenar con la mera acción de comer. Este vacío suele venir de una necesidad no satisfecha. Y si bien es cierto, que el acto impulsivo de comer nos ayuda momentáneamente, este no soluciona esa necesidad insatisfecha, como nos demuestra el hecho de seguir comiendo a pesar de estar llenos, junto a los sentimientos de culpa e insatisfacción que aparecen después de comer.

De satisfacción a dependencia

Esta asociación entre comida y placer compensatorio, crea finalmente una indeseable relación de dependencia con la comida. Una dependencia es una situación que ya no podemos controlar y no debemos olvidar que cualquier dependencia nos tiene sujetos impidiendo así nuestra libertad. No importa que esta sea por una relación personal, por un ansia de comer, o de beber. O incluso esas acciones compulsivas y descontroladas como las compras, las redes sociales, etc.

Es importante tomar conciencia sobre cómo vinculamos nuestras emociones a la comida. Y para ello es vital diferenciar lo que es un buen equilibrio alimentario de lo que es equilibrio emocional. Puesto que en una buena dieta, no puede existir el uno, sin el otro.

Ayudas frente a hábitos emocionales

Las Flores de Bach, son el complemento ideal en cualquier régimen alimentario cuando la comida se convierte en recurso compensatorio. Y sobre todo cuando ese recuso se transforma un hábito que satisface el vacío emocional.

La Terapia Floral, permite tratar el verdadero estado emocional que está en el origen de la impulsiva dependencia por comer.

Resolviendo el conflicto

Para ello es importante que el terapeuta haga dos preguntas:
¿desde cuándo?  y ¿qué pasó entonces?

La respuesta a estas preguntas nos va a llevar a la percepción que uno tiene y al sentido que uno mismo le da a lo que sucedió o a lo que está sucediendo actualmente en la vida de esa persona.

Esto se va a traducir en una vivencia interior, que nos produce una emoción interna y que va a aflorar una necesidad no satisfecha que se intenta compensar comiendo.

Satisfacer esta necesidad me va a proporcionar placer, y cuando me pongo a régimen me privo del placer colocando a mi cuerpo en estrés y este estrés va a hacer que mi necesidad interior no satisfecha esté más presente.

Por eso es tan difícil decidirse a hacer régimen y mucho más difícil seguirlo.

Son infinitas las causas emocionales que nos pueden llevar a comer sin medida, lo importante es discernir que es lo que queremos compensar emocionalmente cuando recurrimos al comer para calmar la ansiedad que nos produce estar en contacto con esa emoción.

Veamos casos prácticos que podemos solucionar con Flores de Bach

Agrimony es una Flor de Bach básica en cualquier tratamiento de dependencia para contrarrestar la ansiedad. La ansiedad es un trastorno emocional que se caracteriza por inquietud e impulsividad.

Su acción es doble: por un lado nos ayuda a tomar conciencia de que tenemos una necesidad que no controlamos y, además, una situación a enfrentar, que es justo la que provoca ansiedad.

Debemos comprender que el origen de la ansiedad por comer, que nos produce una situación que debemos enfrentar, puede estar originada por un trauma reciente o bien por uno antiguo.

Situaciones concretas

Las causas pueden ser múltiples dependiendo de la sensibilidad de cada persona: un despido, un divorcio, una separación afectiva o un duelo, etc. Situaciones en las que se ha producido una experiencia traumática y en las que la persona se siente separada de algo o de alguien, queriendo llenar el vacío que se ha creado, recurriendo a la comida. En este caso la flor Star of Bethlehem, también del sistema Bach, libera la tensión y tristeza derivadas de un shock.

Si además o de modo independiente pasamos por situaciones de incertidumbre, es fácil que entremos en un estado de ansiedad y lo intentaremos calmar comiendo. En estos casos daremos Cerato o Scleranthus, según el paciente y la situación concreta.

Si hay dependencia afectiva y sentimos que llenamos el vacío comiendo, la flor que nos ayudará es Chicory.

Pero si lo que se compensa comiendo es la falta de seguridad y confianza la flor del sistema Bach a emplear será Larch o Mimulus.

Cuando se recurre a comer impulsivamente como método de consuelo, después de un fracaso o frustración, lo apropiado será dar Gentian.

Si como cada vez que me siento sola, en este caso nos puede ayudar Heather.

Y si lo que quiero acallar comiendo, es la rabia, acompañaremos con Holly.

Si quiero paliar la amargura y el resentimiento daremos Willow.

Conclusiones

Hasta aquí hemos podido contrastar las principales diferencias entre lo que podemos entender por ganas de comer y hambre emocional. También hemos expuesto algunas características del comportamiento humano frente al propósito de hacer régimen. También hemos destacado lo importante que es identificar y tratar lo que definimos en el post como hambre emocional. Y lo confundidos que podemos estar frente a una insatisfacción que finalmente puede terminar por crear una dependencia.

Por último y una vez que hayamos trabajado lo que realmente despierta esa necesidad de comer, es un buen momento para añadir las Flores de Bach en nuestro, día a día, para ayudar a seguir cualquier dieta.

De todas estas flores, ya hablamos en el post anterior La dieta después del verano

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