Las relaciones entre padres e hijos no deberían ser complicadas y sin embargo a veces lo son. Hemos pasado de unos años de excesivo control y rigidez a una actitud a veces de excesivo compañerismo y otra excesivamente protectora, encontrar ese término medio, ese punto de encuentro entre padres e hijos a veces es difícil.

Si recordamos las palabras del Dr. Bach

El ser padre es un privilegio, el privilegio de dar cariño, protección y guía a los hijos alentandolos a ser ellos mismos.

Nos las dejamos sentir, y somos lo suficientemente objetivos al observar nuestro comportamiento con ellos veremos que las flores de Bach nos pueden ayudar en nuestra labor de  padres cuando se dan diferentes situaciones tales como:

  • Padres muy fuertes de carácter que quieren imponer sus ideas a sus hijos. Ayudan a reducir el autoritarismo y a aceptar las necesidades de los hijos.
  • Padres controladores que quieren convencer a toda costa a sus hijos impidiéndoles ser ellos mismos. Ayudan a soltar, a dejar que los hijos tengan sus propias experiencias de vida.
  • Padres que utilizan el “chantaje emocional”, favorecen una actitud generosa en el cuidado de los demás, siendo capaces de dar y aconsejar sin esperar nada a cambio.
  • Padres a los que les cuesta imponer límites y decir “no”, les aportan determinación  y fuerza.
  • Padres con poca paciencia, ayudan a respetar el ritmo que necesitan los hijos.
  • Padres perfeccionistas y con tendencia a la crítica, ayudan a educar de forma constructiva creando lazos de confianza y respeto.
  • Padres demasiado rígidos, predisponen a la flexibilidad y a aprender con y de los hijos.

El objetivo de todo padre y madre es dar amor, sabiendo educar, ayudando a que nuestros hijos se conviertan en personas maduras, libres y equilibradas.